EL POEMARIO SECRETO
Por Miguel Ángel Ibarra Moreno
PROLOGO
Solía dividir el espacio de mis recuerdos amorosos en dos momentos, según lo hacia la ciencia histórica y siguiendo
sus mismos criterios: Los amores prehistóricos y los amores históricos.
Eran, pues, mis amores prehistóricos aquellos de los que nada conservaba escrito y que abarcaban
aproximadamente desde los 7 años de mi edad hasta los 16. Estaba formado por recuerdos vagos de rostros,
nombres y sensaciones extrañas, que podía identificar claramente como enamoramientos, de la misma cuantía y
condición de los que posteriormente tendría y describiría en la época histórica. Mi primer amor fue una muñequita de
porcelana llamada Lolita, que me hacia suspirar desde el otro lado del patio reservado a las chicas. Ni recuerdo ni
podría recordar hoy su rostro y la fecha de mi iniciación la deduzco del interés que mostraba el día de mi primera
comunión (a los 7 años) por ir especialmente guapo, luciendo mi flamante habito de monje blanco, solo para su ojos:
No se si ella me llegó a ver o si la llegué a ver yo aquel día, en realidad ignoro si ella me llego a ver nunca. El resto
de mis amores prehistóricos presentan características parecidas: rostros perdidos, anécdotas sin paisaje ni detalles
de fondo. Por todas ellas sentía un interés que se activaba con su visión y desaparecía con la misma. Me gustaba
verlas, contemplarlas como a una puesta de sol, absorto y sin respirar; soñar que ellas sentían frente a mí lo mismo
que yo por ellas y desear que algún día ambos pudiéramos compartir nuestros mutuos y entrelazados sentimientos.
Pero lo cierto era que todo el caudal de mis primeras experiencias se iba perdiendo poco a poco en mi frágil memoria
desapareciendo, como en una nebulosa, fechas rostros y sentimientos.
Curiosamente no fue un amor real el que me hizo caer en la cuenta de aquel despilfarro de recuerdos sino un
enamoramiento ocasional y virtual. Un 22 de noviembre de 1972, proyectaron en televisión una vieja película en
blanco y negro, se titulaba "Teresa" . La protagonizaba Ana Maria Pierangeli, una actriz cuya belleza ya había
cautivado anteriormente mis ojos niños. Aquella noche soñé con ella mecido en el encanto de sus grandes pupilas
soñadoras, su cuerpo frágil y su gesto melancólico. El pequeño pajarillo, como era denominada en el film, me dejo al
despertar un regusto dulzón que reclamaba más de aquel maná indefinido. Intenté dormirme para recuperarla en
aquel sueño ya perdido pero nada conseguí si no comprobar que cuanto más luchaba por recuperarlo más, de mí,
huía y se esfumaba.
Esta horrorosa sensación de perdida derivó al día siguiente en la voluntad de escribir, durante una clase perdida por
un castigo escolar, todos aquellos recuerdos que del film me quedaban. Así lo hice en una hoja de folio, describiendo
pormenorizadamente el tipo de cinta, su argumento y cierta critica cinematográfica. Pero no era capaz de expresar
así, claramente, las sensaciones amorosas que aquella dulce muchacha había provocado en mí. Mi ser,
enormemente tímido y vergonzoso de entonces, se horrorizaba al pensar que aquel escrito pudiera caer en manos
amigas y pudiera ser objeto de una burla indefinida que concebía insoportable. Así pues, aparte de este escrito en
prosa y con estilo más periodístico que lírico, escribí unos oscuros y sentidos poemas en los que volcaba, ya más
libre del temor a que asociaran a los mismos concretas experiencias personales, los sentimientos, dulces o amargos,
pero siempre enamorados, que aquella experiencia me estaba provocando.
Nació así este "poemario escondido" ó secreto, que se nutrió de todas aquellas experiencias que el amor me
proporcionaba y que la vergüenza no me dejaba mostrar, unido esto al deseo de perpetuar aquellos sentimientos que
tan fácilmente desaparecían de mi frágil memoria. Decidí llevar unos diarios en los que de forma sucinta, fría y en
ocasiones críptica, apuntaba mis cotidianos padecimientos de amor, y por otra parte a pie de sentimiento, cuando la
pérdida, el despecho o el fulgurante encuentro con el ser amado me proporcionaba emociones indescriptibles, me
aplicaba en relatarlas de la forma más universalmente aceptada para ello : "el verso" escondiendolos en secretos
lugares desprovistos de cualquier referencia que pudiera implicarme.
Así pues, los que siguen son esos poemas escritos como respuesta a la necesidad de perpetuar lo sentido mas allá
de un inestable recuerdo. De estos poemas, poco me importaba su estructura, métrica o exacta rima, esto apenas
servia para enmascarar la experiencia de un modo formal, mientras para mí, y solo para mí, alcanzaba cada verso,
cada estrofa, cada poema el verdadero sentido y sentimiento.
¡ Oh noche! vengativa y desalmada
que destrozas los corazones que se han amado
tu mataste mi amor con tu fría espada
tu dejaste su cuerpo destrozado.
Quizás fue que tu feliz, en tu negrura
Tuviste miedo que su dulce resplandor
Te iluminara y diera dulzura
Y te perdieran el respeto y el temor.
En mis brazos la mataste fría noche
Y su cuerpo ya perdió su resplandor
Mas en vano fue tan cruel derroche
Pues su alma aun luce con fulgor.
Y por siempre lucirá, mas blanca y pura
Seguirá brillando como un sol
Que llenara de luz tu negrura
Haciendo en tu oscuridad un crisol
Que te convierta de noche en día
Se vengara así de tu traición
Y su luz será faro y guía
Hacia donde dirigirme yo.
(El primero, a un amor abstracto 1971-72)
Desatada la canción, rota la esperanza
Vuelvo a recordar con serena templanza
Pero sin toda la ilusión que ante tuve
Sin ese gran ardor que hasta el alma sube.
Recuerdo, Oh ilusión como te escapas,
como te cubre el olvido con sus capas,
recuerdo que un jueves encontré extrañado,
bajo un río de fango mi deseo añorado.
Pajarillo, no serás olvidado
Por que ilusiones son caras
en estos tiempos que pasamos.
Veintidós de noviembre del setenta y dos
Jueves triste por jóvenes problemas
Sin ilusión el corazón busca emblemas
pajarillo banco y gris emblemas hallados
de esperanza los latidos palpitados
con sueño de ilusión ven nacer poemas
dulzor y alto cosquilleo que es mas
que son prueba de de los amores añorados.
(A la protagonista de "Teresa" 1972)
Loco, triste, impotente.
Lejana, feliz, desapercibida.
Voy entre dolores por la vida.
No se da cuenta esta ausente.
(a Marg. Abril 1973)
Sueño simple, perfecto, buscado,
De ese amor añorado lleno
En su viento felicidad he hallado.
Imposible y maravillosa mujer
Que me dejo e amor pleno.
Pero como etérea era,
se fue con el viento
Del amanecer.
Ni de su cara me dejo el recuerdo
Mas que puedo hacer
Yo bien lo siento
Pero por más que lo intento
Apenas recuerdo aquel pupitre y ella al lado
Su pelo largo y dorado
Su cara linda y perfecta
Sus mejillas sonrosadas
Y el baile en aquella fiesta
Los dos tan juntos y ella tan pura
La mas bella criatura
Que me lleno de dulzura
Aunque solo fuera una siesta
Luego te fuiste con una excusa
Y vino el viento y te borro de mi
Y ahora te recuerdo a ti
Mi etérea musa
Que si de Dios fuiste regalo
A Él le pido en su amparo
Que te haga realidad
Para correr a tus brazos y sentirte de verdad
Y no dejarte ya mas.
(Sueño profético, Septiembre 1973)
Que bonito es estar contigo
Cuando vuelve a amanecer.
Que bonito es
Que estés allí cada mañana
Fugaz estrella temprana
Ser lo primero que ves
al entrar en ese valle de dolor
Nuestra cruz de cada día
Tu eres mi primera alegría
El calor de tu mirada
El semblante y tu ser todo
Es para mí
La razón de mi alegría
La razón de mi vivir
Pues nunca hubo semejante
Vida en mi interior
Como cuando estas tu delante
Ni hay muerte mayor
Que a la hora del adiós.
La quiero
Pero ella no lo sabe
La miro
Y ella me mira también
La espero
Pero ella no se abre
Deseo
Mas no puedo alcanzar su bien.
(a Margma 1973)
Cuando mas cerca creí estar de ella
De esa figura etérea,
fugaz e incierta
que represento para mí
el ideal que buscaba
desapareció su encanto
su virtud y su pureza
pues como era una figura etérea
y al tocar su cuerpo y notar
que era material
al descubrir su ser y ver
que era vulgar y que
era simple mujer
desapareció como ideal
de ella solo quedo
una desilusión
y un recuerdo de amor.
(A Margma, Abril de 1974)
Dulce su voz se oía
Bajaba despacio
Yo sonreía
Y en el espacio
Su bien sentía.
La mujer que yo amo
Es verde, rosa y negra.
Por la mañana temprano
Hasta mi llega.
Su perfume olía
Vivo para ella
Y al morir el día
La muerte la lleva
Del alma mía.
La pena que durante el día
Jugaba en mi cuerpo junto a la alegría
De estar junto a ella, aunque sea tan fría,
Al morir la tarde, ¡que pena alegría!,
Lloro por su ausencia
Y gozo de presencia
etérea y sutil.
Su voluntad doblegada
De lo que no tiene coronada
De sus labios las palabras esperadas
De su boca la ventura saboreada.
Mas, que triste alegría, sin su presencia.
La esperanza perdida,
Cruel sentencia:
Maria Ángeles amor de ausencias.
(A Margma, diciembre de 1973)
La flor nació pura
Mas entre hierbajos
Se dejaba estrangular
Y la estrangularon.
Primero perdí su risa
Mas tarde perdí su voz
Ayer perdí sus ojos
La esperanza, hoy, pierdo yo.
Mas cuando las hojas se sequen
Y se marchite la flor
Y de su perfume
Tan solo quede el hedor
Solo quedara de ella
La melodía de esta canción:
" Very thank, very thank,
muchas grácias, very thank,
por el amor que me diste very thank
y si alguna vez me quisiste, very thank.
(A Margma, Mayo de 1974)
Ya el azul se disipa
Y el frío atenaza mi piel
Mas el temblor que me crispa
Grita tu nombre de miel
Era alta y delgada
La boca triste, piel apagada
Los ojos verdes, barbilla cortada
y nariz preciosa en su cara
De mujer aún no sentida
De diosa aún no adorada
Era así cuando la vi
Por vez primera en el agua
De formación vegetal
De sonrisa poco usada
Desde entonces presentí
Que su embrujo me llevaba
A este desgraciado fin.
(A Margar, septiembre de 1975)
RECUERDOS
Que te ibas a ir sabía
Y te has ido,
Que no lo iba a sentir creía
Y lo he sentido.
Nada me dejas aquí
Ni consuelo ni esperanza
Tenía que ser así?
Maldita sea mi estampa
¡Que siempre me ocurra a mí ¡
Que la tengo que olvidar
Es mi única certeza
Yo no te puedo esperar
Sin esperanza me dejas.
TU Y LA NUBE
Y el tiempo al pasar
Borrando fue tu figura
No podía recordar
En mí no estabas segura
Y así empecé a quitar
A veces con aspereza
Tu imagen de mi soñar.
EN MISA
Cuando ya desesperado
La última esperanza moría
Cuando ni por un milagro
Soñaba en que ya vendrías
Precediendo a los reyes
Con la ilusión de estos días
Retumbaron en mis sienes
Tus pasos entre homilías.
Te vi y no lo creía
Pensé que yo deliraba
Tan grande era la dicha
Que mi alma desbordaba
Que todo lo que olvide sentía
Como en aquella mañana
Que bajo la fría piscina
Tu amor mi amor conquistaba.
TU PASO POR HARO
Tan solo fueron dos días
Días de solo miradas
De pensar que aún no te irías
De hablarnos con nuestras caras
De querer caer de hinojos
Y preguntar si me amabas.
DE NUEVO SIN TI
Y de nuevo tu te has ido
Tras esa última mirada
Que parece ser destino
De todo aquel que te ama.
Pero esta vez no me has dejado
Sin la esperanza añorada
Mi vanidad has colmado
Con tu dedicación. ¿soñada?
EPILOGO
Mas he de vivir la vida
He de olvidar tu canción
Pero mantendré dormida
Dentro de mi corazón
La esperanza por si vuelves
Para entregarme tu amor.
(A Margar, Enero de 1976)
Amor un segundo en tus ojos
Felicidad, el poder hablarte
Locura, el que quieras escucharte
Y muerte, tan solo acariciarte.
Déjame soñar con tigo
Es lo único que te pido
Ser en tinieblas tu amigo
Cuando tu ya te hayas ido.
Indigno soy de tu risa
No lo soy ni de rozarte
Cuando salimos de misa
Tan solo quiero mirarte
Escondido entre la gente
Mientras tú eres degustada
Por manos más diligentes
Salidas desde la nada.
(A Margar, 1976)
Porque eres inmensa
Infinita
Inalcanzable
Una idea obsesa
Un sueño irrealizable
Una esperanza absurda
Una ilusión fingida
Una continua burla
La locura de mi vida.
Porque yo soy nada
Un enano en tu presencia
Una llama helada,
por tu indiferencia.
Por que tu eres una Diosa
Y yo un simple mortal.
Por que no aspira a la rosa
La espina del rosal.
Por eso y por tantas cosas
Hoy te tengo que olvidar.
Porque aun señor de las rosas
No te sabría alcanzar.
Porque aunque tu me quisieras
Como una vez soñé soñar
Mi torpeza impidiera
El poderte conquistar.
(A Margar, Verano de 1976)
¿Dónde dejaste aquella niña?
Pura, perfecta, añorada
La virgen aun no sentida
La mujer enamorada
¿Quién mato así su tristeza?
¿Quién desvió su mirada?
Fue el tiempo loco, cruel
Fue se belleza, que notada,
Hizo sus días de miel
Por todos era admirada
Vendió trozo a trozo su piel
Por verse así regalada.
(A Margar, Agosto de 1976)
Esos gigantes bellos
Elegantes, guapos y perfectos
Hijos de papas de altivos cuellos
Ellos, los que te halagan
Que te siguen y regalan
Son mis competidores
Y sin duda los mejores
A ellos a los que imito
Dueños de un restringido rito
Que descarta al majillo
Nunca tienen que palparte los bolsillos.
(A Margar, Agosto de 1976)
Mi pequeño fetiche
de porcelana suave
Con son de lira recordarte quiero
Con son de lira fiero
Que en tu recuerdo se hace amable
Para subirte a mi estandarte.
(A Margl, Noviembre de 1976)
El sentir se me envuelve en hielo
Y entre escalofríos me contemplo
Cuando el recuerdo me eleva al templo
Donde habita la reina de mi cielo.
(A Margl, 1977)
Tanto ha sido el tiempo trascurrido
Desde que amor me hirió con su flecha,
Que día a día y fecha a fecha
El tiempo y el amor se han ido.
Se helo mi corazón enardecido
Bajo e frió hielo que tu mirada echa
Y la herida del amor cerró su brecha
Cauterizada en el tiempo que he perdido
Y ahora que todo ha terminado
Sentado junto al fuego consumido
Tanto me duele el tiempo derrochado
Que la herida de amor se ha convertido
En cicatriz que el rostro me ha cruzado
De la vergüenza y el dolor sentido.
(A Margl, septiembre 1978)
Podría escribir hoy
Los más bellos versos
Que jamás escribió un hombre
Con solo llenarlos de tu nombre
Mi amada desconocida,
La más bella de las damas.
Hay ¡Si al menos supiera como te llamas!
La negra noche la forman
Los mechones de tu pelo
Donde las estrellas asoman
Para contemplarte: mi cielo.
Florecer, en otoño ha florecido,
Entre hojas muertas y hedores
Flor como nunca ha existido
De los mas puros colores
Explosión de fuego encendido
Dulce alud de mis amores.
( A Margr, octubre de 1977)
Eres una flor otoñal
Fruta dulce y olorosa
Eres alegre y vital
Y hasta por demás hermosa
Pero aun hay una cosa
Un, no se que, irreal
Que unido a tu mirada
Y a tu grandiosa belleza
Me hace despierto soñar
Y es quizá esa pureza
Que ya quiere despertar.
Pureza de niña que empieza
A saber lo que es amar.
(A Margl, agosto de 1978)
La recuerdo ahora
Verde azul y rosa
Preciosa como era
Su pureza adolescente
Y sus ojos vergonzosos
Buscándome siempre.
¡Dónde estarán esos momentos
que se fueron tan despacio!
Quizás junto aquella estrella
Errantes por el espacio
Pasen, ahora mismo, aquellos,
Aquellos mismos muchachos,
con aquellos mismos sueños
y que aun se siguen mirando.
(A Margl, Septiembre de 1978)
Podrás sobre mí romper tu ira
Y mis pedazos recoger después
Y esparcirlos al viento y luego
Junto a otro llorar, tal vez.
Pero el viento que ese llevo mi pena
Tu dicha se llevo a la vez
Y no volverá a la tierra
Lo que en el tiempo se fue.
(a Marg, Enero 1979)
Por buscarla fui buscando
Entre las brumas el día
Con forme la luz iba entrando
Notaba que la perdía.
Buscando fui día y noche
Buscando fui noche y día
Mas conforme me iba acercando
Notaba que la perdía.
Y así, por si la encontraba,
Subí a las nubes un día
Mas, cuando más cerca estaba
Notaba que la perdía.
De tanto buscar, buscando
Quizás la encuentre algún día
Mas temo que sea cuando
La pierda ya de por vida.
(A Marg, noviembre de 1979)
Ese tiempo que feroz, terrible,
Me llevo, ya hace mucho, de tu lado
Hoy sereno y manso me devuelve a ti
La ola que me arranco de tu playa
A la otra orilla, donde está el infierno
de tu no presencia,
ya mansa me regresa a la paz de tu mirada.
Y todo este tiempo mi existencia
ha sido tan solo tu recuerdo,
mi aventura,
rescatarte cada día de los nebulosos velos de mi mala memoria
de donde te escapabas siempre.
He repasado mil veces el diario
donde aparece tu nombre omnipresente.
Tus versos uno a uno he releido
Renovando las ansias que los crearon.
Y ahora que se que estas cerca
mi gozo se mezcla con la angustia
y de nuevo el tiempo se hace mi enemigo.
¡no me hago a la idea de volver a verte!
¿dañará tanta luz a mis ojos acostumbrados
al oscuro lecho donde me hallaba?
Demasiado cielo para tan pequeña ave
Demasiado sol para una noche clara.
(A Margl, febrero 1979)
Gran ventura ha sucedido
Que imaginar no pudiera
Mi reina, mi diosa, ha entrado
Como yo a la discoteca.
Ella esta allí y la música
callada la contempla.
Nadie por favor me hable
Que nadie más me entretenga
Que hoy puedo contemplarla
Y embeberme en su presencia.
Hay, entre la gente,
puedo bailar a su vera
hoy todo mi cuerpo siente
la música me une a ella.
¡ Dios! Que gran felicidad
tenerla a mi lado y verla
¿Quién pudiera soñar mas?
¿Quién otra cosa desea?
El frenesí ha parado,
Comenzó el baile en parejas,
Todos los ojos la siguen,
¿Qué hará la más dulce y bella?
Por todos se ve acosada
Pero no quiere bailar
Por donde estoy yo se acerca
¡Quizás me roce al pasar!
¡Pero que hace mi Señora!
Junto a mi se va ha parar
Su mirada me dirige
Y yo comienzo a temblar.
Noto que su boca me habla
Me dice ¿quieres bailar?
Y todo se vuelve absurdo,
No puede ser realidad,
Estarme sucediendo algo
Que ni me atreví a soñar.
Y digo si como puedo
Por que no puedo ni hablar
La acompaño hasta la pista
Sin atreverme a pensar
Ella me ofrece sus brazos
Y yo me sumerjo en un mar
Mas allá de la fantasía
Cerca de la eternidad
Donde el sentimiento crece
Hasta el punto de estallar.
Quisiera contar aquello
Mas no lo puedo contar
Porque no encuentro palabras,
ni nadie podría encontrar,
para describir esa gloria
que todo mi ser ha sentido.
Yo os lo quisiera contar
pero aquello fue solo mío.
(Romance recordando a Margar 1979)
Como engendrada en el mar
Donde nacen las estrellas
Vestida de ingenuidad
Por parecer aún más bella
Surgiste un día tú
Madre del loco Cupido
Y a tan cegadora luz
Al punto quedé rendido.
¡Qué‚ bien formada figura!
¡Qué‚ alta y esbelta en la forma!
¡Sus labios, sus ojos, finura
¡Que supera toda norma!
Y más allá de su hermosura
esa ingenua timidez
esa pureza segura
de saciar cualquiera sed
¡Mírame! Soy un pobre sediento
Muy fácil de contentar
Una sonrisa, tu mirada y ya siento
Que desborda mi alma un mar.
(A Margb, 22-2- 1980)
Mirarla, tenerla cerca,
poder contemplarla horas enteras,
agazaparme en el reojo por sorprenderle una sonrisa,
atisbar sus gestos más descuidados,
los mohines más graciosos.
¡Dios mío! Podría contemplarla una eternidad
Y despertar a la siguiente
Desecho en deseo de volverla a ver.
¿Quién soñó esa posibilidad?
Si lo hice fue consciente de mi fantasía
Y ahora estas aquí, a mi lado,
Tan cerca que puedo tocarte .... y te toco.
(A Marg.)
FIN DE “EL POEMARIO SECRETO”
Por Miguel Angel Ibarra
Miguel Angel Ibarra
PoesÍa 3.3.1
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